sábado, 16 de mayo de 2009


Superación


Roberto José Padilla Muñoz un niño de seis años vive con sus padres en la colonia La Esperanza y su abuelita Doña Inés vive al lado de la casa de ellos. Hace dos años salieron de paseo hacia Tela, Atlántida. La tía de Robertito los invitó a pasar un fin de semana en la playa bajo el sol abrazador del norte de Honduras. El paisaje es hermoso, las playas con sus arenas blancas, la gente muy amable en sus negocios esperan a los turistas nacionales y extranjeros para recibirlos y ofrecerles pescado fresco y freírlo en sus cocinas grandes y limpias. Los olores del aceite de coco, las tajaditas fritas, la sopa de olla, pescado seco, el casabe y otros alimentos se mezclan en los ambientes revolviendo los estómagos a sus comensales.
Paula y Mardoqueo son los papas de Roberto, ellos se conocieron en un evento anual que realiza la Iglesia Católica en el mes de mayo y el mismo ese año se realizó en la ciudad de San Pedro Sula. Paula es de Danlí y Mardoqueo de Ojojona; para ambos era la primera vez que viajaban para ese evento, así se conocieron y un año después se casaron, luego del matrimonio se fueron a vivir a la capital, entusiasmados por la mamá de Mardoqueo que recientemente compró una casa muy bonita y amplia en la colonia La Esperanza. Un tiempo después nació Robertito y su abuela Inés lo cuidaba cuando sus padres se iban a trabajar. Un jueves los tres tomaron carretera hacia Tela aprovechando las vacaciones de Paula y el feriado a nivel nacional, regresando el lunes por la tarde. Todo salió como lo habían planeado pero a su regreso cerca de El Lago de Yojoa, había un accidente y perdieron cinco horas pues las autoridades debieron hacer un paso vehicular momentáneo para poder quitar de la calle aquella rastra que impactó a un vehículo donde se transportaba una familia. Lastimosamente en ese fatal accidente el luto cubrió a varias familias y amigos. Roberto a sus siete años observa desde la ventana a sus padres cuando se despiden de él porque deben ir a sus trabajos, mientras su abuela lo viste rápidamente pues el bus en pocos minutos pasaré por él. Pasaron los años y ahora Robertito es el Doctor Roberto Padilla Muñoz. Sentado en el escritorio de su consultorio después de varias cirugías por la mañana y consultas por la tarde revisa los expedientes de algunos pacientes de las operaciones gratuitas que realiza algunos sábados con su equipo de trabajo. Recuerda a su madre con su vestido blanco y una linda sonrisa dibujada en su rostro, a su padre con su traje sastre color negro, muy elegante levantando su mano para despedirse. Muchas veces los vio desde aquella ventana y en el día de su matrimonio en la Iglesia muy felices sentados en una de las bancas, el aroma a flores flotaba por toda la Iglesia y la felicidad abrazaba a los novios. Ese lunes después de pasar un fin de semana en Tela cuando Robertito tenía cuatro años, él perdió a sus padres cuando un conductor borracho e irresponsable impactó fuertemente el auto de la familia Padilla Muñoz. Un ángel se presentó y abrazó a Roberto diciendo: “Dios quiere que ayudes a muchas personas, hoy Robertito no morirás y tus padres ya están en el cielo. No te preocupes por ellos. Deberás crecer junto a tu abuelita y tu familia que tanto te quieren, estudiar mucho y ser un hombre con mucha fe. Yo seré el ángel que cuide de ti".


Nilsa Flores.

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