
Dulce sueño
Las amigas Claudia, Sofía y Nadia se fueron a dormir a la casa de Helen, debían preparar un trabajo de la universidad y para eso debieron desvelarse, trabajar en equipo y así terminarlo pronto. Eran las dos de la mañana y aún todas se encontraban en el estudio. Por ratitos platicaban perdiendo la concentración, y entre libros, coca cola, café, churros, emparedados de pollo de la cena de esa tarde, se encontraban las universitarias trabajando.
Pasó el tiempo y cuando la aguja del reloj bailó sobre el número tres, ya al terminar el trabajo las muchachas ya estaban rendidas. Cerraron los libros, ordenaron un poquito el lugar y la dueña de la casa, Helen. Llevó hacia una habitación a sus invitadas. El dormitorio estaba limpio y ordenado, las sábanas floreadas y calientitas esperaban para hacer de aquella noche “dulces sueños”. Una cama era matrimonial y la otra personal. La habitación estaba diseñada para recibir a la visita de aquella casa que era habitada por Helen la hija mayor de un matrimonio conformado por Don Felipe y Doña Esperanza, un niño de nueve años y la empleada de la casa la cual responde al nombre de María. Sofía y Nadia se instalaron en la cama matrimonial, mientras Claudia se quedó en la otra cama. Helen se despidió de ellas con un “hasta mañana chicas”. Las tres ya sobre las camas, después de cepillarse los dientes, y con ropa de dormir cerraron sus ojos cansados, anteriormente como es normal entre las amigas recordaron un hecho chistoso del día anterior. La cama matrimonial era suficientemente grande para que Sofía y Nadia estuviesen muy cómodas quedando un espacio entre ambas. Claudia soñando con su mascota “la gatita Jade”, se despertó por el grito que salió de la garganta de aquellas dos jóvenes asustadas sobre la cama matrimonial. Una viejita les hizo compañía, sintieron el olor de sus ropas viejas, el largo cabello muerto tocó a las muchachas esa madrugada de “Dulce sueño”.
Nilsa Flores.
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